La escuela permite a los niños encontrar un espacio de libertad y creatividad
favoreciendo la construcción de su resiliencia frente a situaciones adversas de la
siguiente forma:
— Generando una actitud de escucha, apoyo e interés por el niño.
— Estableciendo reglas y límites claros con expectativas altas, pero sin sobrecargar
al niño, respetando su etapa de desarrollo.
— Favoreciendo la participación activa del niño en la vida de la familia, de la
escuela o de la comunidad.
Estos elementos que favorecen la resiliencia, tienen implicaciones fundamentales
para la educación y las políticas de infancia. Confirman la importancia y la pertinencia
de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, en la
que se encuentran los elementos base de la resiliencia:
— El respeto al niño, su persona e integridad.
— La protección del niño contra diversos riesgos y peligros.
— La prevención de amenazas contra la salud y la integridad.
— La participación del niño, respeto a su palabra y la valoración de su opinión.
La tarea del profesional comprometido con este modelo preventivo y con la
intención de intentar activar en los niños su resiliencia, durante su proceso de desarrollo
escolar, consistirá en ayudarlos a reconocer y fortalecer los vínculos afectivos
que los unen, la confianza básica que tienen en si mismos y en su familia, a
encontrar los recursos internos que poseen, mediante una revisión de su historia personal,
encontrando aquellas actitudes y comportamientos considerados como exitosos,
analizando con ellos que factores pueden haber contribuido a que logren un
éxito y motivarles a que los empleen con mayor frecuencia, al mismo tiempo que
van descubriendo nuevas variaciones a esas estrategias de comportamiento que puedan
resultar igualmente exitosas.
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